Tras la locura, el exceso y la
violencia de Balada Triste, Alex de la Iglesia nos trae una historia bastante
distinta y que partiendo de un guión ajeno nos cuenta uno de los días más
complicado en la vida de Roberto Gómez, publicista en paro; empezará luchando
por su dignidad y por la seguridad que le puede dar un empleo y un sueldo, por
su matrimonio, y tras un accidente será su vida y la estabilidad de su familia
lo que esté en juego. Si para ello tiene que poner precio a su intimidad y
hacer de su accidente un circo no tendrá ningún problema pues para él, el
bienestar de su familia está por encima de cualquier cosa, incluso de su vida. El
dolor y el sufrimiento humano nos gustan, nos atrae la vida de los demás y de
alguna forma nos sentimos seguros porque no somos ellos, porque nos encontramos
seguros desde el sofá de nuestras casas. Todos los días en la televisión
tenemos un escaparate de miserias y el protagonista de nuestra historia es
capaz de llegar a todo eso en un momento de desesperación pues ya no le queda
nada que perder. Buitres carroñeros se le acercan esperando un posible fin.
Está el representante que busca una exclusiva entrevista que le puede hacer
ganar dos millones de euros o los políticos que no buscan más que sus intereses
y mantener su puesto. Resulta una amarga reflexión acerca de la condición
humana aunque no es pesimista pues a pesar de las tentaciones que un diablo con
un buen traje nos pueda proponer, hay gente que no vende su alma y es firme en
sus convicciones y prefiere obrar bien sin tener que arrepentirse de lo que uno
ha hecho aunque las consecuencias no sean del todo lo esperado. Está una
periodista que antepone la intimidad de una familia destrozada por el accidente
a su carrera o Luisa, la esposa de Roberto que tendrá que tomar una difícil
decisión.
José Mota es el gran protagonista
de la historia en un cambio de registro, un trabajo que no tiene nada que ver
con lo que conocíamos de el, hace un personaje sin los excesos ni la
estridencia de la comedia. La réplica se la da una increíble Salma Hayek que se
va creciendo a lo largo de la historia y que hace de Luisa una esposa luchadora
y muy enamorada de su marido. No es de extrañar que ambos sean finalistas a los
premios Goya pues hacen un estupendo trabajo. Si en Cinco metros cuadrados
Fernando Tejero era la víctima de una estafa inmobiliaria, aquí interpreta al
representante de Roberto, un malvado personaje que tienta con dinero a cambio
del alma del protagonista. Dos grandes interpretaciones en menos de un año que
demuestran su gran talento. Llama la atención, por no decir otra cosa, que su
nombre esté en la lista de finalistas a los Goya. De todos modos, el mayor
reconocimiento que se le puede hacer es seguir trabajando pues ya sea en cine,
teatro o televisión Tejero nos regala unas interpretaciones que nos conmueven y
emocionan o nos divierten y nos hacen llorar de la risa.
El reparto se completa con
Carolina Bang que interpreta a una joven reportera que como muchos de los
periodistas que están allí reunidos busca una entrevista en exclusiva pero para
ella no todo vale por conseguirla y como Luisa también tendrá que
tomar una dura decisión. Es emocionante ver como va creciendo como actriz y
como cada vez está más segura. Llegará lejos. Eduardo Casanova es el hijo
gótico y es otra de las sorpresas de la película. Se agradecen breves papeles
como el de Santiago Segura o Nacho Vigalondo, al que espero que le llamen más
como actor sin olvidar su carrera de director y guionista.
En definitiva, La chispa de la
vida es una gran película, amarga y triste pero con esperanza. Ojala que sea
una de las grandes de este año.
La chispa de la vida se estrena el 13 de enero
Me quedo con el mensaje final de positividad, con que hay luz a final del túnel.
ResponderEliminarEs verdad que vivimos en una sociedad carente de valores en muchos casos y que disfruta la desgracia ajena desde el sofá de su casa como quien ve el día pasar y es precisamente en este entorno donde las personas con conciencia se dejan ver y nos llegan más.
Gran crítica.
Nuria.