Después de meses de espera y después de sentir envidia sana por los canarios que tuvieron la oportunidad de verla antes que el resto del mundo, llega a los cines de la península el debut de Roberto Pérez Toledo con el largometraje: Seis puntos sobre Emma. Pero antes de leer la crítica deberíais ver un par de cortometrajes.
Emma es una chica ciega de casi treinta años que desea, por encima de todo, ser madre. Al descubrir que su novio no puede dejarla embarazada decide cortar con él y buscar al espermatozoide perfecto: sin amor, sin sentimientos. Durante la búsqueda se dará cuenta de que su ceguera no reside únicamente en sus ojos.
Roberto Pérez Toledo y Peter Andermatt firman un guión redondo: dividido en seis puntos (tantos como los que se necesitan para escribir cualquier letra en Braille), cuenta las aventuras de Emma. Tiene unos cuantos momentos deslumbrantes, como cualquiera de las terapias en grupo a las que asiste la protagonista. Cuenta con dos partes bien diferenciadas, las cuales no voy a nombrar para no desvelar nada, que hace que todo tenga más fuerza. Todos los personajes están muy bien definidos, incluso los que aparecen unos cuantos segundos, cosa que se agradece muchísimo. Pero no nos engañemos: la estrella es Emma. Es un personaje lleno de matices, nada en ella es blanco o negro. Algunas veces actúa de manera un tanto reprochable, pero es tanta la empatía que sentimos por ella que sólo queremos que le salga todo bien, cueste lo que cueste. Los temas que se tratan en la película son parecidos a los que hemos visto en los cortos de Roberto: amor, desamor, mentiras... sólo que más trabajado. Mucho más.
Verónica Echegui está (una vez más) espectacular. El trabajo que hace para encarnar a Emma es perfecto, haciéndonos olvidar que es una actriz haciendo de chica ciega. El resto del reparto también cumple con creces: Álex García haciendo de Germán, el psicólogo; Fernando Tielve, el hermano de la vecina de Emma y Mariam Hernández, la chica parapléjica. Otra grandísima actuación que hay que destacar es la de Nacho Aldeguer en el papel de Ricky, un chico con un corazón inmenso.
Técnicamente es genial, aunque poco arriesgada. La iluminación está bastante trabajada, con algunos planos preciosos (la habitación de Emma de día, con la luz entrando por las rendijas de la persiana). No hay casi movimientos de cámara, aunque he de decir que tampoco son necesarios y no habrían aportado mucho.
Lo malo de la película es que tiene pocas copias en los cines, con lo cual mucha gente se perderá esta pequeña maravilla. Se nota que está hecha con mucho amor, esfuerzo e ilusión. Ojalá más películas fuesen así... Sólo espero que recaude lo que se merece y más, que ya tengo ganas de ver otro largo de Roberto Pérez Toledo.
PD: si alguien puede explicarme lo de los Goyas que lo haga. No entiendo cómo pudieron pasar por alto esta película.
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