martes, 26 de marzo de 2013

Crítica: Grandes Esperanzas de Mike Newell




Título original: Great Expectations Director: Mike Newell Guionista: David Nicholls (Novela: Charles Dickens) Música: Richard Hartley Fotografía: John Mathieson BSC Interpretes: Jeremy Irvine, Ralph Fiennes, Helena Bonham Carter, Holliday Grainger, Robbie Coltrane, Olly Alexander, Jason Flemyng, David Walliams, Sally Hawkins, Jessie Cave, Toby Irvine, Ewen Bremner, Ralph Ineson, Richard James Fecha de estreno: 27 de marzo de 2013


Casi todos conocemos la historia escrita por Charles Dickens, la de un huérfano criado por su hermana y su cuñado que acaba superando las dificultades en las que vive y  pasa de ser un herrero en potencia a todo un gentleman en la ciudad de Londres. Entre medias toda una historia de compasión, fraternidad, amistad, amor, venganza, dolor y sobre todo de redención. Esta no es la primera vez que se lleva al cine y puede hacerse una lectura muy actual y convertir a los dos protagonistas en jóvenes modernos como hizo Alfonso Cuarón en una adaptación bastante libre de la novela o bien acercase de una forma más fiel y hacer una adaptación más clásica como la que ahora toca comentar dirigida por Mike Newell. Una historia como la que nos cuenta Newell conecta muy bien con esta época en la que vivimos en donde hay gente que pasa necesidades y en la que  se necesita de una mayor solidaridad entre todos, Pip que se apiada del fugado Magwitch y al que ayuda en uno de sus peores momentos sin que sepa nada de el sólo porque considera que es lo correcto y luego ese anónimo benefactor que le ayudará a el. Cuando falla el núcleo familiar son otros los que nos dan sustento. Los vínculos de sangre no son tan fuertes pues o bien por ausencia o por desinterés, son esas relaciones familiares ficticias las que durante toda la historia las que de verdad dan el verdadero soporte.


El peso de la película la llevan los dos jóvenes actores Jeremy Irvine y Holliday Grainger que interpretan a Pip y a Estella. Pero no están solos, están arropados por Ralph Fiennes y Helena Boham Carter que interpretan a los dos personajes más intensos de la historia y son sin duda su mayor atractivo. El primero interpreta a Magwitch que está acusado de asesinato y aunque tiene un breve encuentro con el protagonista no logrará olvidar su amabilidad. Ella encarna a Miss Havisham, que ha intentado detener el tiempo después de ser abandonada el día de su boda. Vive recluida en su casa como si nada hubiera pasado y reviviendo siempre el mismo día. El personaje le viene ni que pintado porque casi es cómo reinterpretar al que hacía en la película La novia cadáver de Tim Burton. Tan sólo cuenta con el apoyo de Estella que adoptó siendo muy pequeña y a la que trata como si fuera una hija.


La película es hermosa, la recreación de una época, la fotografía, el vestuario nos mete en la historia, pero el excesivo formalismo del director hace que la película sea demasiado bonita pero que resulta algo fría y que los sentimientos están tan contenidos que no llega a sentir el calor y la emoción que hay detrás de la historia y de los personajes. De todos modos esto no tiene porque ser algo negativo, sino una elección con la que uno puede estar de acuerdo, en vez de escoger el corazón caliente de Pip y su emoción por la vida ha escogido por la frialdad y la falta de corazón de Estella. 

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