viernes, 20 de septiembre de 2013

Crítica: Thérèse D de Claude Miller

 



Título Original: Thérèse Desqueyroux Director: Claude Miller Guión: Claude Miller, Nathalie Carter Música: Mathieu Alvado Fotografía: Gérard de Battista Intérpretes: Audrey Tautou, Gilles Lellouche, Anaïs Demoustier, Catherine Arditi, Isabelle Sadoyan, Francis Perrin, Jean-Claude Calon, Max Morel, Françoise Goubert, Stanley Weber Distribuidora: Golem Fecha de Estreno: 20/09/2013

Aunque hayan pasado bastantes años y Audrey Tautou haya hecho diferentes papeles es difícil no buscar a la desequilibrada pero encantadora Amelie Poulain. Esta película que estrena esta semana no podría estar más en las antípodas de aquella comedia o quizás no tanto. Son dos mujeres introspectivas aunque una con mejor suerte que la otra. Se trata de la historia de una mujer llamada Teresa Desqueyroux que vive en la Francia de entreguerras. Los matrimonios concertados eran frecuentes porque no se trataba tan sólo de la unión de dos personas sino de vínculos familiares que permiten la concentración de las riquezas, en este caso que dos familias con importantes terrenos con pinos unan sus fuerzas y logren fortalecerse. En una sociedad tan cerrada con unas normas tan estrictas un alma libre como la de la protagonista que se mueve entre el deber y el deseo hace que surja el conflicto. Además se trata de una mujer culta que se refugia en los libros, no alguien que se limite a cumplir una serie de órdenes sin tener criterio propio. Ella sueña que el matrimonio sea su tabla de salvación y que termine con esa dualidad que hay en su interior. La historia está contada de tal forma que uno puede intuir los verdaderos anhelos de la protagonista sin que se lleguen a expresar de una forma clara. Es muy importante la figura de la cuñada en la que se ve reflejada porque la pasión que siente por un vecino y que la lleva a enfrentarse a su familia ya que tienen a otro candidato mejor. Pero también ve como su cuñada renuncia a su sueño de libertad y va cediendo a los deseos familiares como hizo ella, hace que se exteriorice menos sus sentimientos y se sumerja en un pozo de tristeza y desolación. Eso hace que el espectador difícilmente pueda empatizar con la protagonista. No se entiende en el fondo ni lo que hace ni por qué, y eso a pesar de que el trabajo de los actores es impresionante. Desde Audrey Tautou que conmueve con un personaje tan trágico, con el marido provinciano al que da vida Giles Lellouche o la cuñada Anaïs Demoustier.







Una de las bazas que tiene la película es una hermosa fotografía, bellos planos muy bien escogidos pero que resultan fríos y a los que sentimos distantes. Quizás por otro lado, esta sea la mejor forma de contarnos una historia de una mujer complicada que vive más en su mundo y que no llega a expresar todo lo que siente porque entra demasiado en conflicto con lo que se supone que debe sentir y vivir. En tan solo tres ocasiones conseguimos entrar en su mundo a través de las fantasías y de sus sueños y de este modo comprender ligeramente lo que le pasa, y por qué una mujer hermosa e inteligente puede degradarse y corromperse de tal manera. No es una película para aquellos a los que les guste el cine de acción y con historias con grandes giros en las tramas; es más bien una película para aquellos a los que les gusta el cine que cuenta historias sobre las que uno pueda reflexionar y buscar una explicación ya que el director tan solo ha insinuado y uno a través de sus propias experiencias puede buscar la mejor de las interpretaciones. Sin salir emocionado ni extasiado de verla creo que es una película hermosa, con una gran actriz protagonista que hace otro gran trabajo y que merece la pena darle una oportunidad. 


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