Para los que nos sentimos
maravillados con Moonrise Kingdom tenemos una nueva oportunidad de meternos
aunque sea por algo más de hora y media en este mundo tan fantástico de Wes
Anderson. Son dos historias completamente diferentes pero les une la forma que
tiene de presentárnoslas. Es una estética muy colorista, muy naif que no oculta
el mal en el mundo pero nos lo presenta de una forma más agradable, como si
fuera una fábula o un cuento. Aunque haya buenos y malos y estos se lo hagan
pasar mal a los protagonistas siempre tiende a mostrarlo de la forma menos
trágica y dramática y tendiendo al humor. Se corre el peligro de que cuando un
director ponga tanto interés en la forma en la que cuenta la historia, esta
queda en un segundo plano y pase desapercibida. Por suerte este no es el caso,
aunque corremos el riesgo de quedar tan abrumados por la belleza de sus
imágenes que el trasfondo de la historia así como ciertas ideas que podemos
desprender de la historia quede en un segundo plano. Hay una historia principal
que cuenta la amistad entre el gerente del gran hotel Budapest y el reciente
contratado botones, el más humilde de todos los trabajadores. Pero ellos no
están solos y hay una cantidad de personajes que con menor peso van llenando la
pantalla de grandes historias en las que cada uno tiene su momento de
protagonismo. Además ha sabido escoger un gran reparto en el que están los
mejores actores y actrices actuales, muchos de ellos ya repitiendo. Desde Ralph
Fiennes, F. Murray Abraham, Willem Dafoe, Jeff Goldbum, Harvey Keitel, Jude
Law, Bill Murray, Edward Nortos, Tilda Swinton son algunos de los nombres más
destacados de la lista. La historia nos
lleva a un país inventado de Europa que en el periodo de entreguerras vive un
momento de cierta tranquilidad. La acción se sitúa en un balneario en el que se
citan una gran cantidad de personalidades y en donde pasan siempre cosas. De
alguna forma podemos desprender parte de la historia de la Europa del siglo XX
con el fin de la década de los felices años 20 y la subida del Nazismo en el
poder. El protagonismo se lo lleva el botones, alguien en apariencia
significante dentro de la estructura del hotel pero que le da la ventaja de ser
testigo de todo lo que pasa sin que nadie le preste atención. Intrigas,
crímenes y obras de arte de gran valor tienen una gran importancia y esconden
una visión poética de la vida. Los personajes no se conforman con una vida
simple o con escuchar el relato de vida de los demás sino que buscan la belleza
y la poesía. Si tuviera que poner una pega es que es demasiado hermosa y que
quedamos tan abrumados de las imágenes que el mensaje puede quedar ahogado.
Seguramente lo mejor sea verla dos veces para poder ver en un segundo visionado
todo lo que se nos pasó la primera vez.
Dan ganas de entrar en la
historia y formar parte de la historia. Y de alguna forma la productora Fox nos
lo permitió al montar en la calle Colón 4 la Barbería del Gran Hotel Budapest y
arreglar nuestro aspecto a la moda de la época. Además teniendo la oportunidad
de escoger, mejor ser el malo que en la película da un exuberante Adrien Brody
que un simpático botones que interpreta el debutante Tony Revolori. También hay
que dar las gracias a SensaCine que nos dio la oportunidad de ver la película
en un preestreno muy especial en los Kinepolis de Madrid con concurso de
mostacho incluido.
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