Este viernes llega a las
pantallas de unas 60 salas una de las películas españolas más interesantes del
año, con el permiso de Nacho Vigalondo, se trata de la cueva. De ella ya hemos
hablado cuando se presentó en el Festival Nocturna donde se llevó por cierto el
premio del jurado, pero pasadas varias semanas me apetece escribir algunas
palabras más. La urgencia y la rapidez con la que a veces se hacen las reseñas impide
que escribamos con la suficiente profundidad de una película. Tuvo un primer
pase en Sitges con un primer montaje que se modificó y al que se añadieron
algunas de las escenas rodadas posteriormente. Tanto Nocturna como Sitges son
festivales de cine fantástico pero no sé si es la mejor clasificación que se le
puede hacer a una historia cuyo punto fuerte es la verosimilitud y lo cercano
que podría estar a la realidad. Leyendo declaraciones de los actores y del
director uno se da cuenta de que entre lo que pasó en el rodaje y lo que se
muestra en la pantalla hay muy poca diferencia. Una de las protagonistas, Eva
García-Vacas, que tuvo también su reconocimiento en Nocturna, sufre de
claustrofobia con lo que es fácil imaginar que el rodaje no tuvo que ser nada
fácil para ella. Quizás el mejor género en el que encaje sea el terror, pero es
un horror que no viene del exterior, no hay ninguna clase de monstruo, tampoco
ha habido ninguna catástrofe natural ni tampoco les persigue nadie ni nada. No
hay extraterrestres que secuestren cuerpos ni quieran apoderarse de la tierra. El
mal al que deben temer es algo más sutil y
que está dentro de ellos. Deben enfrentarse a sus limitaciones que
tenemos como personas, a nuestro orgullo de sentirnos la especie dominadora de
la tierra (esta idea que viene de nuestra cultura cristina en la que Dios crea
al hombre y pone la tierra y todo lo que en ella habita a su servicio) así como
una inconsciencia y una falta de sentido al saber que toda acción tiene sus
consecuencias. Si uno entra en una cueva estrecha en cuyo interior se forman
una infinidad de túneles y no tomamos las medidas oportunas es posible que
acabemos perdidos y sin posibilidad de salir. Pero también es una situación cotidiana,
en algún momento de nuestras vidas nos hemos expuesto a una situación de
peligro y podríamos ser nosotros los que estemos ahí. Cada uno de los
personajes toma una actitud diferente con lo que es complicado no sentirse
identificado con alguno de ellos. El
trabajo de los actores es impresionante, tanto en la presentación de los
personajes como en la parte central donde muestran una auténtica angustia. La
película es básicamente ellos porque aunque nunca hay que olvidar ni al
director o guionista la acción se basa en los personajes con lo que si los
actores fallan la película por muy buena historia que tenga no sería lo mismo.
La cueva se inscribe dentro de
las películas denominadas found footage, lo que se podría traducir en
castellano como metraje encontrado. El narrador de la historia son los propios
personajes que son los que graban todo lo que pasa. Es una técnica curiosa
porque al eliminar el intermediario entre el espectador y los personajes la
identificación es absoluta y cuando se trata de una historia de terror en la
que los personajes viven una situación límite uno puede sufrir tanto como los
protagonistas con la seguridad de que en la sala de cine nada nos va a pasar. Es
posible que lo pasemos mal pero tenemos la certeza de que una vez que se
enciendan las luces de la sala todo ha terminado, también no nos sentimos
culpables ni tenemos una sensación de impotencia al no poder socorrerles porque
aunque los actores hayan pasado por grandes dificultades a la hora del rodaje
una vez que este ha terminado todos sus problemas también se han terminado. Esta
es una de las mejores cualidades del cine, hacernos vivir experiencias de forma
totalmente segura y que difícilmente podremos experimentar o aunque pudiéramos
tampoco querríamos. Porque realmente ¿hay alguien a quien le gustaría quedarse
atrapado en una cueva sin agua sin comida y sin saber cómo salir? Los
personajes viven una situación límite y eso hace que la experiencia y la forma
de vivirlo por parte del espectador sea diferente. Para mí ha sido una
experiencia catártica y muy intensa. Muy recomendable.
no conocéis a un pirado llamado eliseo que es astrólogo? pobre tío
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