En 1919 nace, a las afueras de
Edimburgo, Eric Lomax. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, se une al
ejército británico como experto en señales. Como otros muchos soldados, acabó
siendo capturado por el ejército japonés y torturado. No voy a contar más para
no destripar la película, ya que cuanto menos se sepa más se disfruta. Suerte
la mía que entré en la sala sin saber nada de este caballero.
La película empieza con Eric
Lomax -Colin Firth- viajando en tren y enamorándose de una guapísima Patti
-Nicole Kidman-. El tono del principio de la película puede confundir un poco
al espectador, ya que es casi de comedia romántica, y pasa al drama demasiado
rápido. Supongo que es este efecto el que buscaban, pero más que conmover,
confunde. El largometraje transcurre en dos periodos: el presente en el que el
personaje de Nicole Kidman trata de ayudar a Colin Firth a superar sus traumas
y el pasado, con Eric Lomax -interpretado por Jeremy Irvine- como cautivo del
ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Y aquí está el gran fallo
de la película: no son simples flashbacks que vayan alternando con la historia,
son más bien fragmentos completos del encierro de Eric Lomax y sus penurias que
duran tanto que da la impresión de que se olvidan de la historia presente.
Puede que, otra vez, esto esté buscado, pero provoca que no consigamos
empatizar lo suficiente con ninguno de los dos debido al poco tiempo que
pasamos que pasamos al principio con uno y la situación de otro. Y esto lleva a
otro problema: no consigue conmover cuando tiene que hacerlo -a pesar de tener
estos momentos obviamente marcados-. Ni siquiera con ayuda de la música
conseguimos emocionarnos.
Nicole
Kidman y Colin Firth cumplen, pero nada más -a pesar de que esto ya es mucho,
ya que no son dos actores cualquiera-. Es una pena, porque da la impresión de
que se aburren, que dan vida a Eric y Patti Lomax por compromiso. Colin Firth,
debido a su papel, parece que le pone un poco más de entusiasmo, eso sí. Esto
es lo que más se puede reprochar a Jonathan Teplitzky, porque podría haber conseguido una película mejor si hubiese trabajado la dirección de actores de manera distinta
. La sorpresa de la película ha sido Jeremy Irvine
en una de sus mejores interpretaciones. La planificación simplemente ayuda al
desarrollo de la película, pero sin aportar nada. Uno de los mayores problemas
a nivel de fotografía es que da la impresión de que cada plano está más o menos
desenfocado, y eso al principio distrae bastante de la narración.
Una buena película para los que
amen el cine bélico y dramático.
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