Se
supone que la tecnología son herramientas que nos ayudan, máquinas e inventos
que están a nuestro servicio para facilitarnos la vida y no que nosotros seamos
sus esclavos. La tecnología ha avanzado demasiado y no hemos aprendido a
utilizarla realmente, porque no se trata tan solo de qué botones hay que darle
sino de qué función tiene para darles el mejor uso. Jason Reitman hace un
recorrido de lo más interesante y completo sobre cómo nos relacionamos
actualmente, en donde más importante es cómo nos comunicamos que lo que
queremos transmitir, en donde no hay un contacto real entre las personas y en
donde el individualismo ha alcanzado unos niveles difíciles de soportar. Aunque
tenemos los medios para relacionarnos, cada vez estamos más cerca y las relaciones
menos sinceras, cada vez conocemos menos a la gente de verdad y sólo se trata
de apariencias. Lo que tendría que servirnos como ayuda para estar más cerca y
mejorar la comunicación entre las personas ha tenido precisamente el efecto
contrario. Vivimos aislados en nuestro pequeño mundo de aparatos y de
realidades virtuales, de apariencias mientras que las personas que nos deberían
importar están abandonadas. Es un retrato realista que nos enseña como somos
pero como en otras películas Reitman no hace juicios de valor. Nos muestra una
realidad lo más objetiva posible mostrándonos el lado bueno y malo de cada personaje
para que no los critiquemos de forma injusta y podamos comprenderlos ya que no
hay buenos ni malos, sólo gente confundida en un mundo que no entienden y que
no les entiende a ellos. Nos pone un
espejo delante y nos muestra tal y como somos y es posible que lo que nos
enseña no nos guste demasiado, pero si no somos conscientes del problema nunca
podremos solucionarlo.
El catálogo
de personajes que pululan por la película recoge prácticamente todos los puntos
de vista del tema con lo que es difícil no encontrar a ese personaje con el que
sentirse identificado o ver alguna situación que nos resulta bastante cercan
como la madre que no soporta que su hija sea libre y lleva un control absoluto
de todo lo que hace, ese matrimonio que vive en la cómoda monotonía y que están
juntos por inercia, el jugador de futbol más importante del equipo que ya no
tiene interés por los partidos y ha encontrado refugio en los juegos virtuales,
la madre que busca lo mejor para su hija y desea que triunfe como artista
aunque el camino no sea el más adecuado, o la joven insegura que busca
constantemente la aceptación en los demás cuando no se acepta a sí misma. Otra
película vista recientemente también nos hablaba de las consecuencias negativas
del mundo cibernético en el que vivimos aunque en clave de thriller, me refiero
a Open Windows. Vigalondo y Reitman, de distinta forma utilizan una misma idea
aunque cada uno lo lleva a su propio terreno. Destacar el trabajo de los
actores porque tienen un trabajo realmnte complicado especialmente el de
Jennifer Garner, personaje que podría ser una continuación del que interpretó
en Juno y de Adam Sandler en un rol completamente distinto al habitual. Por lo
general sus películas son comedias más o menos graciosas en las que nos muestra
una sola faceta y en la que no demuestra lo buen actor que es. Ya en Hazme reír
nos enseñaba su cara más dramática y menos familiar. En esta película deja la
risa completamente de lado para provocarnos sentimientos que van desde la
ternura, la empatía a la incomprensión y quizás al rechazo.
En
definitiva, Hombres, mujeres y niños es una comedia sobre la tragedia de la
vida y del mundo que nos toca vivir. Más que recomendable, imprescindible para
hacernos conscientes de lo que estamos haciendo con nuestras vidas y en la
medida de las posibilidades, cambiarlo porque dentro de lo mal que está todo
siempre hay una esperanza.
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