¿Un remake del mítico musical 'Annie'? ¿Qué podría salir mal? Pues
como dice la famosísima Ley de Murphy "Si algo puede salir mal, saldrá
mal", partiendo de la base de que es un remake absolutamente innecesario. Ya
lo intentaron una vez en 1999 con un resultado mediocre, y esta vez no iba a
ser menos. Eso sí, no todo iba a ser malo en esta película de Will Gluck.
Todo empieza con un guiño a la obra original: una niña pelirroja
calcada a la protagonista del cásico de Brodway, que es compañera de clase de
la nueva Annie, está frente a la clase leyendo una redacción. La profesora
llama a la otra Annie, que lee su redacción, y de repente los alumnos empiezan
a hacer música golpeando la mesa y a cantar y mientras se dirigen a las vacaciones
de verano. Annie recorre las calles de Nueva York mientras canta hasta llegar a
su casa, donde comparte habitación con otras cuatro huérfanas. Viven con su
tutora, una loca que ha nacido para ser la mala de la película y amargar a
Annie y sus compañeras mientras se emborracha. Desde que dejan de cantar el
primer número -incluso durante el primer número- nos damos cuenta de que no
estamos ante una obra maestra. Ni siquiera ante algo que vayamos a recordar
durante más de un día. Hay varias razones para esto, pero la principal es ésta:
a los veinte minutos de película ya sabemos cómo va a acabar. Y es entonces
cuando el espectador espera que pase lo que cree -sabe- que va a pasar y la
película se empieza a hacer lenta. Otra razón es que los personajes son
unidimensionales: la tutora una persona horrible, el dependiente de la tienda
un calzonazos y el magnate un hombre sin corazón. Sabemos cuáles van a ser sus
cambios como personajes en todo momento. Y no vale la excusa de que la película
está dirigida a un público infantil, porque ¿cuántas están pensadas para niños
y aún así tienen un subtexto adulto y personajes complejos? A favor del guión
diré que hay unos cuantos gags que me hicieron soltar una carcajada, igual que
al resto de asistentes. Los adultos que vayan con niños agradecerán estos
pequeños oasis.
Tan innecesario como este remake es convertirlo en una versión
afroamericana del musical, ya que el cambio no aporta nada. Pero nada de nada.
Supongo que es para hacerlo más multicultural, al igual que lo que han hecho
con el reboot de 'Los cuatro fantásticos', o con Lucy Liu en 'Los ángeles de
Charlie'.
Will Gluck se ha decidido por una planificación movida, con muchos
travellings, steadycams y grúas. Sobre todo para los números musicales, que son
-obviamente- lo principal de la película. Los actores cumplen su cometido, que
es actuar y cobrar su cheque. Quvenzhane Wallis, al ser la protagonista, es la
que más se luce a pesar de no llegar a un notable. Los peor parados son Jamie
Foxx como magnate sin sentimientos y Cameron Diaz como bruja alcohólica. Jamie
Foxx porque tiene cara de ser un tío guay, el típico con el que te irías de
fiesta y no le pega el papel de estirado. Y Cameron Diaz simplemente está al
borde del ridículo durante toda la película aunque esté involucrada en los
mejores -y casi la mayoría- gags.
¿Qué por qué he dejado la música casi para el final? Pues porque es lo
mejor de la película, sin duda: ritmos pegadizos, bases pegadizas, coreografías
simpáticas y un 90% de números musicales que no desentonan en la película. Sin embargo
hay algunos que se hacen raros a pesar de llevar un rato viendo a gente cantar
y bailar porque sí. Para el doblaje de Annie -canciones incluidas, por supuesto-
han elegido a María Parrado, ganadora de La Voz Kids. Lo hace bastante bien, y
se nota que disfruta cantando todas y cada una de las canciones de la película
con esa voz tan potente que tiene, dándoles un toque personal. Es en los
diálogos donde vemos que no se desenvuelve tan bien, pero con un poco más de
técnica se podría convertir en una buena dobladora.
En definitiva, lo niños disfrutarán este remake de lo lindo, pero los
padres estarán la mitad de la película pensando en la hamburguesa que van a
comerse al salir del cine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario