Una de las
películas que han pasado más desapercibidas entre las candidatas a los oscars
de este año es esta historia sobre un extraño personaje que descubre en el
periodismo sensacionalista de crímenes la mejor forma de ganarse la vida. Jack
L construye un personaje que desde el primer minuto de la película nos muestra
que detrás de una apariencia grotesca se esconde alguien incapaz de empatizar
con los demás y que tan sólo busca la manera de sobrevivir. En la cadena de
televisión en la que empieza a trabajar nos encontramos con Nina, una
productora con una cierta edad que busca todos los recursos para conseguir
audiencia en sus programas y que su puesto de trabajo no peligre. Las noticias
que más gustan son crímenes que suceden en barrios ricos cometidos por personas
más desfavorecidas dejando claro que nadie está seguro; que cualquiera puede
ser una víctima de un crimen horroroso. El objetivo tanto de la cadena no es el
de colaborar con la justicia, tampoco es el de crear una sociedad mejor sino el
morbo por el morbo, enseñar la parte más fea de la sociedad y convertirlo en
una extraña forma de entretenimiento. Está bien la información y que exista un
periodismo libre pero esto es otra cosa, es hacer espectáculo de las tragedias
ajenas, el espectador al estar tan expuesto a este tipo de imágenes llega un
momento en el que ya no se sorprende y toma como normal lo que no debería
suceder. Nos insensibilizamos y ya no vemos al vecino o al otro como uno más
sino como un amenaza. La película es una crítica a este tipo de periodismo pero
también a las complicadas relaciones laborales que se están imponiendo
actualmente en la que se explota a los trabajadores para sacar un mayor
beneficio que sólo llega a unos pocos. El protagonista empieza siendo una
víctima del sistema ya que no encaja laboralmente en ningún lado y acaba
convirtiéndose en un engranaje más de este diabólico sistema. El trabajo es
fundamental en una sociedad como la nuestra en la que son necesarios unos
recursos mínimos para la supervivencia y para el desarrollo personal.
El gran atractivo es el personaje protagonista, un auténtico monstruo que sabe poner su buena cara y engañarnos. Es alguien inteligente que sabe adaptarse a las circunstancias y sobrevivir. Eso es lo único que le importa. El trabajo de Gyllenhaal es soberbio. Le acompañan una gran Rene Russo en un personaje también complicado. Es Nina y se nos muestra a ratos como alguien frágil que busca buscar su lugar en el mundo pero también como alguien capaz de hacer cualquier cosa. El personaje de Gyllenhaal es una mala influencia para quien le rodea Es una pena que una actriz como ella tenga tan poca presencia en el cine actual y es que desde el 2005 apenas ha salido en cine más que en pequeños papeles como la madre de Thor.. También para su ayudante Rick al que da vida el joven actor Riz Ahmed al que también vimos como uno de los terroristas de Four Lions. Entre tanta falta de ética y de profesionalidad tan sólo un personaje se cuestiona lo que hacen, aunque nadie le hace caso. Frank Kruse, interpretado por el televisivo Kevin Rahm sirve de contrapunto a tanta decisión equivocada. El meternos en la piel de Louis, el personaje de Gyllenhall nos da la oportunidad de vivir la experiencia de cometer fechorías con la certeza de que no nos van a coger y podremos actuar impunemente y también nos deja la conciencia tranquila saber que realmente no está sufriendo nadie y todo lo que pasa en la pantalla es ficción. Es en muchos momentos una descarga de adrenalina la emoción que vive el personaje cuando se mete en una situación comprometida. Gran película más que recomendable.
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