lunes, 30 de marzo de 2015

Crítica: Pasolini de Abel Ferrera


Pier Paolo Pasolini es un director cuya vida y obra están muy relacionadas. Sus películas son combativas, críticas y nada convencionales. Sus historias no dejan indiferente a nadie. Su última película, Saló o 120 días de Sodoma se estrenó poco antes de ser asesinado en una playa de Ostia en Roma. En ella se relataba cómo un grupo de liberales secuestraban a jóvenes a los que sometían a todo tipo de humillaciones para acabar asesinándolos. Era un muestra de hasta qué punto el hombre podía cometer actos violentos contra otros hombres, cómo la violencia forma parte de nuestra naturaleza y quizás el amor y la compasión sea la forma que la cultura ha inventado para la supervivencia de la especie. Pasolini de Abel Ferrara no es un biografía al uso porque más allá de contarnos detalles biográficos concretos como qué cosas hizo, qué le sucedió sino que busca relacionar su mundo incluyendo sus experiencias, su visión del mundo con su obra, haciendo referencia específicamente a la película que estaba preparando y que la muerte nos privó de verla. 


Una de las cosas que más me ha gustado de la película es sin duda la especial relación que tiene Pasolini con su madre, ella que ya había perdido a al menos otro de sus hijos ve a su Pier Paolo como su pequeño hijo al que quiere cuidar y proteger, aunque en el momento en el que se narra la historia ya tenga más de 50 años. También es interesante analizar la visión que tenía el de sí mismo al crear un personaje que tiene gran similitud consigo mismo y con una biografía similar y que dice despreciar. Su figura es triste y en todo momento se debate en una melancolía y en una existencia abatida de alguien que ve el mundo como una amenaza constante y en donde no hay sitio para la fraternidad o el amor. Abel Ferrara no es un director convencional y sólo alguien como él podría atreverse con un personaje como este después de traernos hace unos meses los excesos de Dominique Strauss-Kahn en Welcome to New York contando a Gérard Depardieu como protagonista. En Pasolini cuenta con el gran trabajo de Willem Dafoe que consigue desaparecer completamente y que veamos a Pasolini. Su transformación física es impresionante adoptando los gestos y las formas como propios. Sin duda ya sólo por ver su trabajo ya merece la pena.


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