La gula y la
lujuria son dos de los pecados capitales que la iglesia más ha atacado ya que
afectan directamente al cuerpo y nos proporcionan placeres que hacen que un
futuro paraíso no resulte tan atractivo si antes hay que pasar una serie de
calamidades. Borja Brun elije precisamente la comida y el sexo como dos de los
ingredientes de su primera película como director. Ya desde el principio nos
advierte de que se trata de una película para consumo exclusivo de adultos ya
que contienen desnudos y escenas de sexo más que explícito. ¿Se podría decir
que Diet of sex es una película pornográfica? Yo creo que no, quizás lo que
hace que una película se pueda meter en esta categoría sea el sentido que tiene
las escenas de sexo dentro de la historia. Si lo principal es ver cómo los
actores se unen y el resto es accesorio estaríamos hablando de pornografía,
pero aquí eso no pasa. Existe una historia de una pareja y el sexo forma parte
importante de sus vidas pero no la única ni la más importante. Ágata y Marc son
una pareja joven que tienen que superar el problema que tiene ella de anhedonia.
Esa falta de interés por el placer, por el deseo hace que la pareja entre en
crisis y la ayuda de una sexóloga le aconseja que llegue al placer sexual a
través del placer de la comida. Los alimentos, sus texturas, los sabores
también nos producen placer y es tan sólo una cuestión de juntar estas dos
fuentes de deseo.
Diet of sex, que
dura poco más de una hora, se puede ver casi como una película educativa que
nos enseña cómo buscar la complicidad y la conexión de nuevo con la pareja.
Tiene más sentido verla en la intimidad del hogar que en una sala de cine. Es
una película narrativa que tiene una historia y unos personajes pero creo que
también tiene un componente divulgativo que hace que se disfrute y se saque
mayor partido en pareja y en la intimidad. No sólo se trata de ver lo que hacen
los personajes sino también de aprender de sus aciertos y sus errores y
llevarlos a la práctica. En la edición que saca Cameo viene un pequeño libreto
con las recetas que se preparan en la película para que luego uno las pueda
preparar también. Hay un intento de buscar una comunicación con el espectador y
que este se relacione con las vivencias de los personajes. Tampoco es necesario
tener una crisis para aprovecharla, simplemente buscar una nueva forma de
relacionarse con la pareja. Las escenas de sexo no buscan la espectacularidad
ni que sean vistosas, buscan la naturalidad y aunque entramos en la intimidad
de esta pareja no resulta violento. Se utiliza el sexo como una forma de
comunicación íntima y placentera. El sexo es uno de los tabúes que nos impone
una sociedad que en algunos aspectos parece retroceder. Aunque sea un acto íntimo
y por lo tanto privado, no debemos renunciar a tener una relación más
espontánea y tratarlo como un tema más. El director Borja Brun no renuncia a
incluir en la historia elementos de humor que hacen que hace que el paso de una
escena erótica a otra resulte más natural. También hay que destacar el cuidado
que hacen en la composición de planos y cómo está rodada. También me ha gustado
especialmente la utilización de la música que combina música clásica a temas
más modernos sin que casi se note esa transición y que resulte hasta
harmoniosa. En la parte negativa, si hay que decir algo, es que se nota que la
pareja protagonista no tiene mucha experiencia en el cine, aunque también es
cierto que esa inocencia a la hora de enfrentarse a la cámara en situaciones
tan íntimas los hace más ingenuos y la película gana en credibilidad. El
protagonista es cartero y vemos en una escena como reparte la correspondencia.
Hubiera estado bien que le hubieran puesto un uniforme de cartero o que a las
cartas que echa en los buzones le hubieran puesto algún sello o franqueo porque
aunque no afecten ni a la historia sí que hacen que una película tenga un mayor
valor. Viendo la película es fácil pensar que con un guion más elaborado y con
unos actores con más experiencia o con más tiempo para preparar los personajes
Borja Brun puede hacer una gran película porque tiene un gran potencial como
director.
Diet of sex más
que una película es una experiencia para parejas, una historia sin prejuicios
que con mucho humor y dosis de erotismo nos abre un mundo nuevo de sensaciones.
Se agradece que una distribuidora como Cameo haya decidido sacarla en DVD en
una edición muy cuidada que se puede comprar por 15 €. Además de la película
incluyen entrevistas con los actores y otras series de extras como momentos del
rodaje o tomas falsas hasta un total de 36 minutos. Más que recomendable.
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