Un premio del jurado y otro del
público en Sundance: hablamos de 'Me, Earl and the dying girl', o lo que es lo
mismo 'Yo, él y Raquel' en castellano. Sólo con esa información sabemos que
ésta es, como mínimo, una buena película. Pero es que estamos ante una adaptación homónima
que
es mucho mejor de lo esperado.
Greg, un estudiante en su último
año de instituto, intenta pasarlo lo más anónimamente posible. Junto a Earl, se
encarga de hacer películas en secreto. Pero un día su madre le obligará a pasar
una tarde con Rachel y todo cambiará. Ésta es una premisa que hemos escuchado,
con algunas variantes, miles de veces. Entonces ¿qué hace especial a 'Me, Earl
and the dying girl'? Todo. Todos los personajes están construidos a conciencia
y con mucho cariño, incluso aquéllos que sólo tienen una frase y no vuelven a
salir. Si ellos tienen personalidad, imaginad los protagonistas: son personajes
profundos y complejos con claroscuros que hacen que nos caigan bien y les
amemos u odiemos según el rato, tal como pasaría con una persona real. Si los
personajes son un pilar fundamental, el humor es otro igual de resistente.
Mediante situaciones de lo más curioso y frases mordaces, 'Me, Earl and the
dying girl' nos sacará más de una carcajada. Por suerte, a pesar de tratar un
tema tan serio como el cáncer, no se han limitado a un humor condescendiente y
van un paso más allá, aunque quedándose siempre en el terreno del humor
buenrollero y respetuoso. Y no sólo en los momentos cómicos, sino en los
dramáticos. He aquí otro de los pilares esenciales: el drama. Está tan bien
escondido entre las carcajadas que el espectador casi lo pasará por alto, pero
entonces le golpeará con fuerza.
El director, Alfonso Gómez-Rejón,
hace de la realización algo más que colocar la cámara: favorece con planos poco
comunes la narración, y cuando ésta lo pide pasa a planos estáticos y más
clásicos para ayudar a los actores. La planificación tiene tanta personalidad
como cualquiera de los personajes, y esto es algo que se agradece en una
película indie. La dirección de actores es otro punto a favor, ya que entre el
talento de estos y el director consiguen dar vida a los personajes de una
manera increíble, brillando en todo momento. Tomas Mann como Greg, el narrador
de la historia, Ronadl Cyler II como Earl, el amigo de Greg, y Olivia Cooke
como Rachel, la chica moribunda, hacen un equipo en el que hay tanta química
que se podría pensar que son amigos desde hace años. Olivia Cooke está
especialmente carismática: no deberíamos olvidarnos de ella porque llegará
lejos con esa mirada fascinante y su talento arrollador.
'Yo, él y Raquel' es una película
tierna que conmoverá a todo el que se adentre en el universo particular de los
protagonistas y se deje seducir por su historia. Una de las películas más
recomendables y estimulantes de la cartelera, sin duda. Sólo espero que acabe
teniendo el reconocimiento que merece.
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