Dan Brown es sinónimo de
rentabilidad: cada novela que saca se convierte en superventas y las películas
basadas en sus libros generan millones de dólares. Tras 'El código Da Vinci' y
'Ángeles y demonios' llega 'Inferno' con un Robert Langdon al borde del
agotamiento y con pocas novedades al frente.
'Inferno' situará al espectador
en el marco de un posible exterminio de la humanidad llevado a cabo por un
biólogo visionario que está seguro de que es la única solución posible contra
la superpoblación que amenaza el planeta. Y claro, el único capaz de detenerle
es el inteligentísimo Robert Langdon. Que el creador de Robert Langdon sabe
mantener la tensión en sus novelas gracias a cliffhangers y demás argucias
narrativas es un hecho. Que su narrativa es pobre e insulsa también. Al estar
tan encorsetado sus novelas acaban pareciéndose la una a la otra y las únicas
diferencias son las localizaciones y los nombres principales. El factor
sorpresa que conmocionó a los espectadores de todo el mundo con 'El código Da Vinci'
se diluía levemente en 'Ángeles y demonios', y en 'Inferno' directamente
desaparece ya que el esquema es el mismo: amenaza mundial que sólo puede eliminarse
si tienes un pastizal para viajar, eres experto en arte y además vas acompañado
de una ayudante de lo más guapa. La ambigüedad de los personajes se torna
aburrida porque es lo de siempre: si era malo, ahora es bueno; si era bueno,
ahora es malo; si era perro, ahora es gato. Si algo tiene 'Inferno' es que su
trama y sus subtramas avanzan entretejiéndose en una tela relativamente
compleja, pero poco interesante al final debido a la sensación de haber visto
algo así en las dos entregas anteriores.
Ron Howard, el director, realiza
la película de manera efectiva pero sin alma. La planificación es a veces torpe,
y combinado con un montaje un poco espídico, el resultado es a ratos un
batiburrillo confuso de imágenes con poco sentido. La dirección de actores es
correcta, aunque el notable elenco se vea desaprovechado en papeles tan unidimensionales.
Felicity Jones y Omar Sharif Sy ponen todo su talento a disposición de Ron
Howard, aunque no es suficiente. Pero si hay alguien que parece estar de paso,
es Tom Hanks. Se esfuerza por dar credibilidad a un Robert Langdon amnésico y
desorientado, pero no termina de conseguirlo. Se ve que tiene ganas de dejar al
personaje atrás, olvidarse del profesor Langdon y seguir con sus cosas. Y no le
culpamos, ya que con sólo tres entregas el chicle de Dan Brown está demasiado
estirado para lo que es. La música del todopoderoso Hans Zimmer no es, ni
remotamente, su mejor trabajo y transmite la misma sensación que Tom Hanks. Una
pena, y más sabiendo de todo lo que es capaz el compositor alemán. La parte de
los efectos especiales es de lo que más canta: no sé si han sido prisas por
sacar la película, falta de dinero –lo dudo–, o un becario recién salido de la
universidad, pero en ciertos momentos los efectos por ordenador son dignos de
una película de serie B y no de una superproducción de presupuesto millonario.
'Inferno' sigue la estela de sus
predecesoras, pero sin ser novedosa. Y esto, quizá, sea el peor virus que podía
contraer un supuesto thriller: perder la capacidad de sorprender al espectador
y conseguir que se aburra.
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