Anna y Peter forman un
matrimonio consolidado, tienen una vida asentada y sin apenas sobresaltos. Todo
lo que hacen sigue un orden y una planificación que les da tranquilidad pero
que les ha quitado pasión. Tienen una vida tranquila y sosegada pero aburrida. La
llegada de Gustav, el hijo de Peter con su primera mujer hará que todo esto
cambie. Es un joven conflictivo al que no le gusta seguir unas normas y que
prefiere una vida más anárquica y emocionante. Anna lo recibe con cierto
rechazo pero también con algo de comprensión. Entiende su frustración y su
malestar pero quiere que se adapte a la vida familiar para que se mantenga esa
tranquilidad. Pero la que acaba rompiendo ese pacto es ella. La adulta que se
deja arrastrar por la juventud y la fuerza, una pasión que creía que ya no iba
a sentir más. Está mal pero es algo que no puede evitar.
De una forma sosegada y
con un gran control se nos va contando este drama sobre la destrucción de una
familia por culpa de una pasión y unos deseos prohibidos. Personas con un gran
control y con una recta actitud acaban convirtiéndose en victimas de su propio
deseo. A pesar de la fuerza de la historia y de la emoción que transmite se
hace desde un gran control y con una mirada casi documental. Toda la fuerza de
la historia viene dada por unas grandes interpretaciones. Al no ser actores
conocidos en España aportan verosimilitud al relato.
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